Las rupturas amorosas pueden llegar a ser una  de las experiencias más dolorosas y estresantes que pueden experimentar los seres humanos, hasta el punto de  ser comparadas  con la  pérdida de una parte de su cuerpo  o la pérdida física de un ser querido. (Sbarra, 2006).

De acuerdo con Erin Buck (2010), cuando se termina una relación de pareja, que  se ha considerado importante, se entra en un proceso de duelo, siendo este un   fenómeno bastante común en el mundo  son muy pocas las personas que se libran de esta experiencia por lo que requiere de un acompañamiento especializado, debido a que en el rompimiento la persona que se va, está totalmente viva y por ende  sigue con nuevos  proyectos, quizá con una nueva relación la que posiblemente exhibirá muy pronto. Y lo que suele ser peor para el que sufre el abandono,  que la nueva relación sea aceptada por la familia y amigos del que decidió irse.

Esta etapa puede llegar a ser aún  más difícil si hay hijos en común, pues no solo se afronta el vacío del que ya no está  sino también el afrontamiento de las necesidades básicas de los hijos al que se suma también los  trámites  legales propios de la separación.

El duelo en  la ruptura  amorosa no es tarea fácil por lo que puede afectar  la salud física y psicológica de las personas, en algunos casos llevándolas a tomar decisiones peligrosas como es atentar contra su propia vida o la de  sus seres queridos.

“Estos sentimientos de intenso sufrimiento en las parejas de enamorados, puede llegar a complicarse tanto que en algunos casos llega a causar la muerte. Es así que investigadores tales como Gianni, Dentali, Grandi, Summer, Hiralal, y Lonn (2006) encontraron  casos que padecieron la cardiopatía de Takotsubo, o síndrome del corazón roto (Heart Broken Syndrome), que consiste en un falso ataque cardiaco que ocurre después de haber experimentado una pérdida asociada a estrés físico y emocional”. (García, 2014)

Podemos ver que para salir de esta crisis un acompañamiento psicológico resulta  ser  necesario y muy útil. Es indispensable que la persona logre reconocer sus propias necesidades, que pueda  aprenda de la experiencia, soltar resentimientos, reconstruir la confianza, que  fijarse nuevas metas.

En este acompañamiento también es posible   encontrar  situaciones no resueltas en el pasado que afecta a la hora de elegir una  pareja, patrones que repiten  sin saber el porqué, derivados de asuntos  no resueltos que se han olvidado o se han pasado por alto, relaciones disfuncionales, que llevan a  compartir la vida con parejas con las que no son felices, podríamos decir que hay una tendencia  hacia las  relaciones insatisfactorias.

Pues bien, el final de una relación es un momento clave para reflexionar y hacer un trabajo de autoconocimiento, responsabilidad y cambio de patrones. En estos casos, el profesional nos ayuda en el esclarecimiento de esas sombras que impiden recurrentemente que construyamos relaciones sentimentales sanas y satisfactorias.

Fayde Florido

Terapeuta Familiar